Busco las venas en un cuerpo cuadriculado y dado vuelta.
Las uno como hilos de un tejido y las invito a viajar.
Las uno para que se amen y escapen juntas en un sueño insurrecto.
Si encuentro nudos que atrapan y encierran, con letras, palabras y silencio como pincel, tapiz y acuarela, intento pintar unas manos y luego dedos, que se muevan rápidamente desatando celda por celda.
Te liberan.
Volvés a ser libre, y automáticamente en ese mismo acto, me salvás, quizás sin darte cuenta.
Solo son intentos. Y al hacerlo me estrello una y otra vez contra muros moralistas e hipócritas que nunca dejan despegar.
Pero igual tomo carrera, pego el salto y, si no caigo, vuelo hacia cielos irreales, no celestes.
Ya no soy sólo voz y palabra. Soy cuerpo entero entregado en el aire, escupido sobre el lienzo, salpicando pintura indeseable en movimientos espasmódicos y placenteros.
Ya no soy sólo yo. Soy vos con partes mías. En un viaje siempre de búsqueda, necesario, persiguiendo el aroma de libres pensamientos.
Tras las huellas de algo que conmocione, que altere el orden para despistar fantasmas.
Por eso busco dibujarte una sonrisa onírica, fantástica, insólita.
Busco ser un cristal amorfo, en donde te reflejes todo deforme, indescifrable, para evitar que aquellos nudos te aten.
Busco pintar con palabras. Un humilde cuadro, monosilábico, siquiera.
Y no importa si es digno de premios, sino que nos dé aliento para seguir, que nos quite la opresión. Que permita que existas vos, para luego así, poder existir con ganas.
Busco forcejear contra la inercia, aunque ella sea más fuerte.
Busco.
No siempre encuentro.
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