Por Leandro Fuentealba
Freddy Flores es un joven que decide probar suerte en otro país, dejando a su familia en su viejo hogar, con el deseo de traerlos con él cuando se estabilice económicamente. Luego de dos semanas consigue un puesto en un bar y es ahí donde conoce a Rosa Sanchez, una antigua empleada que ayuda a Freddy, explicándole como se manejan las cosas en el lugar. Los días pasan y se van conociendo cada vez más. Una noche deciden salir juntos a bailar y luego de unas cuantas cervezas, Rosa lo invita a su hogar, donde sucede lo inevitable.
Cómo hacer para que una eminente aventura romántica, donde el protagonista tendrá que decidir entre el planteo moral de dejar a su familia por el nuevo panorama amoroso que se presenta, se convierta en una historia dramática de la cual todos los protagonistas tienen una sola meta en común: sobrevivir al día siguiente. Muy simple, primero darle a los protagonistas nacionalidades extranjeras, boliviana, como el caso de Freddy y paraguaya en el caso de Rosa, y situarlos en un lugar hostil como Argentina al borde del colapso económico. Con solo esos dos detalles se cambia drásticamente el género del film. Esto da cause a una nueva historia que escarba en lo mas degradante de nuestra sociedad, exponiéndola frágil y carente de sentimiento. Un detalle no menor al que hace referencia el film es el tiempo, el correr contra reloj, éste en Bolivia es un personaje mas, y por qué no, el principal antagonista, el cual deja a todos los restantes protagonistas en el rol de victimas y victimarios.
Con respecto a los planos Adrián Caetano, su director, no se complica demasiado, utiliza encuadres cerrados, simples y sencillos, los cuales funcionan pero carecen de compromiso alguno. El noventa por ciento del film transcurre en el pequeño bar de Enrique, lo que ayuda a mostrar minuto a minuto el ahogo que se va haciendo cada vez más asfixiante a medida que avanza la historia.
Con respecto a la fotografía, Buenos Aires es una ciudad, que, a los ojos de un extranjero ilegal en busca de empleo, se ve en escala de grises. De esa manera nos la muestra Caetano, un lugar que carece tanto de color como de esperanza, mientras desborda de resentimientos y fracasos.
Si bien Bolivia se estrenó en el año 2001, Adrián Caetano pertenece a la nueva camada de directores nacionales, y por qué no, latinoamericanos, que escapan al ¨star system¨ impuesto ya hace varias décadas por el cine comercial hollywoodense. Aquí el director decide apostar a mostrar la esencia de una sociedad, contada por sus propios miembros, utilizando en su mayoría a actores no profesionales.
Basado en el cuento de Romina Lanfranchini, Bolivia fue predecesora de Pizza, Birra y Faso, estrenada en 1997 y antecesora de Un oso rojo, cuyo estreno se dio en el 2002. No hace falta hurgar demasiado para darnos cuenta el recurrente tema que aborda el director en sus filmes, donde la exclusión esta subrayada en cada uno de ellos. En este caso, la amalgama argentina de Spike Lee y Tim Burton, se refiere a Bolivia como un enfrentamiento entre gente de la misma clase social. Una guerra de pobres contra pobres.
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