La Locura, compañera inseparable, amiga fiel... cómplice de mis días

Según algunos entendidos, “la locura” es uno de los deterioros humanos a nivel intelectual o cerebral, neurológico etc. Pero para mí, la locura es un estado placentero que se reserva la máquina para protegerse de las amenazas cotidianas. Un estado pasajero en el cual una se acomoda dependiendo de sus propias necesidades.
Hay diferentes grados de locura, en algunos de los cuales se está bien cómodo, a tal punto de no querer abandonarlo.
Obviamente, la docencia no escapa al tema y como es “mi fuerte”, digo, la docencia, no puedo dejar de analizar algunos aspectos de las etapas escolares.

Locuras varias
Si hacemos una curva de progresión nos damos cuenta que el primer momento definitorio para entrar en un grado de vehemencia es a partir del momento en el que una decide ser docente “sabiendo que” y que “a pesar de”, persiste la idea de complicarse la vida, como si ésta no tuviera de por sí varias complicaciones.
En este nivel nos ubicamos en lo que sería locura inminente.
Con el avance del tiempo y el correr de los años dentro de la práctica docente y ya establecidos en el aula, “ámbito laboral en el que confluyen y conviven todas las locuras conocidas, los padres, los docentes y demás profesionales de la educación, los alumnos y la sociedad misma”, podemos decir que la mente desarrolla una destreza sutil, imperceptible e inteligentemente loca para protegerse de las crudas realidades sociales que nos rodean y nos golpean en el día a día, esto sería una locura perfecta.
Y siguiendo la curva en la cual basamos nuestra mirada y objeto de estudio, tenemos el trayecto final o última etapa que comenzaría una vez pasada la franja de lo que dimos en llamar locura perfecta, a esta etapa la denominaremos locura placentera o disfrutada, donde todo se convierte en ese hermoso fluir del todo está bien y si no lo está hacemos como que sí.
Justo en ese preciso instante cuando uno está relamiéndose del dulce, la locura toma un nombre científico: demencia senil, Alzheimer, el alemán, etc... y ese estado placentero en el que una estaba tan bien posicionada y le daba ciertas satisfacciones, pasa a ser el repudio de los otros, léase, hijos, nietos, amigos, público en general. Esta ya no es una locura mediática sino la triste realidad que se cobró su venganza.
Pero aún así y siguiendo con mi teoría, concluyo que toda mi vida o gran parte de ella la he vivido en un flash, a veces con luces de colores otras con sepia y a veces hasta negro intenso. Paradójicamente dentro de la lógica, debería estar planteándome en esta recta final que comienzo a vivir, el hecho de ser más conciente con la vida misma, pero digo, si lo anterior me dio resultado y no me fue tan mal, ¿para qué voy a provocar una crisis existencial a esta altura de mi vida? ¿Quién se dará cuenta si el pensamiento actual es el correcto o fue el anterior? Y a quien le importa mis locuras mientras ellas sean cómplices y amigas de mis más entrañables pensamientos...con los cuales salgo al ruedo como una diva.
Entonces ¿qué clase de locura es ésta?
La MIA, la creada, la fabricada, la inventada por mi y por tantos otros que no se animan a contarlo... la que no tiene nombre científico. La que nos acompaña durante todo el camino, la que nos envuelve, la que nos hace gritar de alegría o nos hace llorar de tristeza.
Por eso yo les digo ¡VIVA LA LOCURA!

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