Arte, locura… y ciencia

Arte y locura, terreno doblemente resbaladizo. Sitios visitados y revisitados infinidad de veces. Quizás hoy más que nunca, y en ciertos sentidos, arte y locura en sus trayectos se bifurcan y por tramos se intersectan. ¿No entramos acaso en un similar estado de perplejidad cuando nos cuestionamos acerca de arte y locura, de nuestros modos de sistematizarlos y nombrarlos?
Días atrás, me consultaban sobre una pintura publicada en la columna lateral de mi blog, Artilunio*. Se trata de Gato Cósmico y pertenece a la serie Zoología Fantástica realizada por Luis, artista psicótico que integraba un Taller de arte en el Hospital Borda.
Intentando responder aquella consulta revisé el libro de donde la extraje, Arte y locura por M. C. Melgar, E. López de Gomara y R. Doria Medina Eguía, quienes en su Introducción anotan: “Foucault escribió que, cuando la ciencia comenzó su “largo monólogo con la razón acerca de la locura”, se dejó de oír la voz de la locura. Razón y locura se contradicen. No obstante, las artes, las ciencias y las tecnologías suelen revelar que las distancias son menos largas y las barreras más flexibles.”
Volvamos ahora a revisar aquello de que sólo en ciertos sentidos arte y locura se cruzan. Si bien ambos se procuran transitar sitios de desvíos, o distintos registros de realidad/es; las rutas del arte conducen siempre a una estética comunicable y traslativa, mientras las diversas formas de locura patológica no logran desatar sus “otros mundos” del nudo inmóvil de lo irrepresentable. Es allí donde el arte puede significar una alternativa terapéutica para aquellas patologías, tendiendo un puente sobre esa brecha comunicativa. Distancia que hoy, puede percibirse como más notable.
Esto, teniendo en cuenta que para una diversa producción artística (Web mediante), uno de los pactos fundacionales se asienta en el acto del compartir, en la interactividad, y la interconectividad, en la traslación telemática y las múltiples interconexiones de nuevos mundos.
Pero ¿cómo y a partir de dónde se codifican esas otras realidades, y no tan sólo ya, las surgidas de los espacios del arte o la locura?

Vayamos por un momento a otros territorios, a los de la ciencia. Allí, la Física Cuántica también provoca ciertos temblores en los suelos de la estabilidad.En un ensayo titulado Borges, Teoría cuántica y universos paralelos, Oscar A. Marco Rodríguez apunta:
La teoría cuántica, aunque extraña y a veces reñida con el sentido común, es la más exitosa y abarcativa de todos los razonamientos de la ciencia física y en y por ella se postula que es posible que no exista una sola “realidad”; pueden existir potencialmente infinitas “realidades” e identidades, tantas como elementos -ora objetos/sujetos, ora sujetos/objetos- que interaccionan (…) en “El jardín de los senderos que se bifurcan”, Borges ya en 1941, a través de sus personajes, nos habla de sus sospechas sobre la potencial multiplicidad de la “realidad”.


Volviendo sobre otras simultaneidades e imaginarios felinos (como los de Luis), según un experimento realizado por el físico Erwin Schödinger (1935), conocido como el Gato de Schödinger**, este singular felino puesto en una particular situación podría encontrarse simultáneamente vivo y muerto: “Propuso una caja que contenía un gato, una partícula radiactiva y un frasco de veneno. La partícula radiactiva tenía un 50% de probabilidades de desintegrarse en un plazo de una hora; si lo hacía, el veneno se liberaba y el gato moría (…) la suerte del gato dependía de la suerte de la partícula (…) sólo el hecho de observar el interior de la caja permitía que el gato viviese o muriese”
Retornando una vez más al Gato Cósmico de Luis, me pregunto si en esa imagen felina, puente comunicante “locura-arte”, esos movimientos dibujando ondas expansivas y multiplicadas no estarán buscando, de algún modo, sintonizar similares frecuencias, ensayando conexiones entre “otras” coherencias.

No hay comentarios: