Aguafuertes de una mujer cosmopolita

No-Tos
Una menta para la guerra bactereológica

Por Eugenia Hardenack

Como la gran mayoría de las mujeres posmodernas, trabajo. Y tengo un empleo que también me animo a llamarlo posmoderno. Un lugar donde no se puede más que consumir, no hay más que consumidores o potenciales consumidores y no se oferta o vende más que productos suntuarios. Todo lo que gira alrededor de esta imagen es “glamour”, belleza, lujo. Sin embargo, esta plagado de eventos y situaciones que no hacen más que desmitificar ese imaginario colectivo que aparece cada vez que digo dónde trabajo.


Yo quisiera saber quién cuernos inventó la frase “El cliente siempre tiene la razón” esa frase tan bien ponderada por los empresarios y dueños, y tan cruel y paralizadora para todos los que trabajamos en atención al público. Si yo también soy clienta y sé que no siempre tengo la razón, por qué debo creer ese invento, y lo que es peor, por qué debo actuar en complicidad con aquel décimo primer mandamiento.


Hace pocos días atrás me tocó en suerte la presencia de una clienta que aparentaba provenir de cuna de oro, tan elegante parecía su andar cuando se acercaba hacia mí con su mirada desafiante a proponerme el tan cansador juego de la oferta y la demanda. Era una mujer algo entrada en edad, me animaría a decir que la tercera edad ya la estaba transitando hace tiempo, sin embargo, su indumentaria decía a gritos ¡que joven es! No solo su vestimenta rogaba la juventud, sino también el botox en sus flamantes pómulos. Qué vendrá buscando, qué le hará falta a esta mujer que yo le pueda ofrecer aquí hoy. Llegó. Buenas tardes señora, ¿En que la puedo ayudar? Su respuesta no se concretó en palabras, solo tosió. Sí. Cuando iba a empezar a hablar, algo en ella se despertó, y como si fuera Carrie con el demonio adentro, y de ahí en más empezó mi infierno. Que cosa tan desagradable. ¿No podría haberse tapado aunque sea una vez la boca? ¿Por qué no miró para otro lado mientras tosía? Si atrás de ella no había nadie. ¿Por qué me tenía que estar mirando mientras desgastaba su garganta? Me estaría tratando de pedir que le palmeara la espaldita para que parase de una santísima vez. ¡Por Dios! Su rostro ya no tenía un color tan saludable, estaba roja como la bandera comunista (que insulto podría llegar a ser este para aquella mujer). En un primer momento pensé: “Pobre mujer”. Que poco me duró la misericordia. Aunque la verdad es que ella tampoco lo fue mucho conmigo. Pero como “el cliente siempre tiene la razón”, decirle que se tapara la boca o que no me tosiera en la cara podría resultar ofensivo. ¿No es una paradoja? ¿Qué le podía yo decir? Más que ‘señora se siente bien’, ella asentía con la cabeza y algo balbuceaba, pero a mi ya nada de eso me importaba. Sólo pensaba qué remedio iba a estar tomando al día siguiente. No ella. YO. Finalmente en un momento su organismo, algo deteriorado por el tiempo lógico de la vida, que ella sabía disimular tan bien a costa de quirófano y cosmética, dio tregua y llegó a pedirme lo que necesitaba. Qué rápido que la asesoré. Nunca antes había sido tan eficiente y veloz como aquel día. Ni me gasté en dar detalles del producto, se lo dí y rogaba por dentro que no tuviese ninguna duda o ningún tipo de objeción. ¡Dios existe! Creo que me quiso agradecer la atención pero Carrie volvió otra vez. Yo busqué desesperadamente otra tarea que me permitiera irme del bombardeo bacteriológico. Así que con un gracias casi a la distancia la despedí, pensando que no todo lo que brilla es oro.


Cuando se estaba yendo, con su mismo caminar, aparentemente satisfecha, me di realmente cuenta lo que podría haberle ofrecido. Un caramelo para la garganta.


(Para leer esta nota completa adquirí la edición impresa de PostaData en sus puntos de venta).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amiga, te felicito.. me encanto lo que escribiste, aunque por lo que veo no esta completo y me voy a tener que comprar la revista! jaja.. para ver como sigue la historia, que no se porqué me senti un poco identificada!... que va a tener la razon el cliente!... no los extraño ni un poco!... pero a vos si!! te quiero y dale para adelante con este proyecto que esta muy bueno!... mucha suerte!

Anónimo dijo...

Demasiada adjetivacion para tan poco contenido. Se que tu florido discurso seguramente encontrara tierra fertil en solidos argumentos donde si podra elevarse. Por el momento sigue adelante. Saludos, desde la sombra del anonimato.

Anónimo dijo...

No podía faltar la nota de Eugenia
fresca, ironica, divertida pero real!
Deja ver claramente a traves de sus palabras, su sincero y espontáneo pensamiento.
Genia ! Cris Pass